45 millones

España es un gran país y , cada día más, es un país grande. Somos ya 45 millones de personas viviendo en esta nación, de ellos un diez por ciento extranjeros. Esto tiene el beneficio indudable de sumar esfuerzos e inteligencias. Pero plantea riesgos ante la pasividad de un gobierno incompetente, unas leyes ineficaces y una estructura educativa inadecuada. Puede cerrarse el tema con la simple etiqueta de “racismo”, “intolerancia” o cualquier otro calificativo, o enfrentarse honestamente al problema.
No podemos dejar al margen, los problemas de seguridad que protagonizan las bandas organizadas, llegadas aquí al calor de una cierta riqueza y una permisividad mayor que la de nuestro entorno. Que haya delincuentes con más de una decena de delitos y no hayan sido expulsados o encarcelados, clama al cielo. Que nuestras leyes sean especialmente blandas con los asesinos (no solo De Juana; ahí está a punto de salir uno de los asesinos, violadores y torturadores de Sandra Palo, una joven madrileña brutalmente asesinada hace cuatro años) y los ladrones. La DEA sabe de las bandas de narcotraficantes (propios y extraños) comodamente instalados en España, el país con mayor consumo de cocaina per capita del mundo. Deberiamos replantearnos unas leyes “de escaparate” que despenalizando el consumo lo han disparado.
No podemos dejar al margen el colapso de ciertos servicios, como los sanitarios o los de ayuda en el mar ante la llegada masiva de personas que reclaman ser atendidas, en un proceso de reagrupamiento familiar sin garantias.

No podemo dejar de atender los graves problemas de convivencia que genera un sistema educativo que no premia el esfuerzo, ni transmite unos valores que permitan la convivencia y la obediencia a las leyes del país que te acoge. La “multiculturalidad” está muy bien como palabra,pero no puede servir para colocar a colectivos al margen de la ley y de las normas de convivencia que los españoles han establecido para sí y (deberian) para los que quieren vivir con nosotros.